Y lo vi ahí, ofreciéndome una media sonrisa y en sus ojos malicia. Pura malicia y ganas de analizar mis reacciones frente a lo que le pueda llegar a decir o hacer. Lo ví, con asco.
No sé si se dio cuenta, pero siguió con la misma mirada y la misma sonrisa repitiendo una y otra vez que era lo que quería, era molestar, limitarme y ver mi reacción.
Tranquilamente le contesté y por primera vez, sin chistar. Permití que me limitara.
Así que ahora me voy, a la auto-destrucción otra vez.
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