lunes, 29 de octubre de 2012

Agonizando.

El echo de estar en medio de un evento como ese, más de 5.000 personas en una plaza, yo en el medio y sintiéndome tan sola. Caminaba de lado a lado buscando mi objetivo, mis amigos, mi gente. Las únicas personas con las que podía llegar a hablar sobre mi dolor constante.
 Las personas pasaban  y pasaban pero ninguna de ellas pensó cómo estaba, ninguna se puso a pensar que cada una de esas personas que estaban ahí tienen una vida llena de problemas, cada persona es un mundo.
"Caminata zombie" fui disfrazada porque mi cara sin maquillaje evidenciaba mi tristeza y mi insomio.
Con cada paso que daba sentía una puñalada en el pecho, cada paso dolía más y era insoportable. Quería tirar el tarro que tenía en la mano y arrodillarme a golpear con mis manos el piso, aunque mis manos se lastimen. Tenía ganas de llorar y gritar que todo era una reberenda MIERDA. Quería matar, eso quería.
Volver a quedarme con una vida humana en mis manos. Sentir la sangre, sentir el olor a muerte, sentir a mi alma renacer por cada puñalada. Pero nadie merecía morir, nadie, excepto yo.

¿Cuál es la razón de alguien para engañar? Alguien me dijo que un hombre engaña cuando busca algo que no encontró en su pareja.
 Llegué a la conclusión de que el en mi encontró lo que buscaba, pero hizo lo que hizo porque en mi lo que no buscaba era una amante.

Ya duele menos, ya se cierra la herida. Hoy al menos, puedo hablar de ello aunque siga agonizando.

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