jueves, 11 de octubre de 2012

El paralelo, nuestros enemigos y nosotros mismos.


Es preciso aclarar esto desde un principio, tal vez la persona con quien tenga más cosas en común sea mi mayor enemigo, es despreciable, pero paralelamente agradable. Es tan odiable y lo soy también.  Me llena de orgullo y de asco a la par.

Solo sé que no sé nada, pero sé todo a la vez de no saber nada. Se podrían mencionar muchas cosas que sé, pero sería la nada misma. La ignorancia sigue, ese es el problema del sabio, no me estoy llamando sabia, porque no es así.  Solo soy una mente abierta más.

Es delicioso saborear tus respuestas en una discusión, saber y sentir las ganas de atacarme. Esas pequeñas cosas que a la gente le molesta son las que disfruto, por esa razón si es que algún día discutimos, cuando me veas sonreír con malicia ya sabrás el motivo. La furia, la violencia, la autodefensa que se provoca instintivamente, ese salvajismo que no podemos controlar. La brutalidad y las ganas de lastimar, volvemos al principio de la historia humana porque por más que estemos evolucionados siempre tendremos nuestras raíces, nuestra naturaleza salvaje e impulsiva. Es un show único y maravilloso que hay que saber ver y provocar.

También es un deleite el sufrimiento, suelto un suspiro de orgullo con tan solo pensar en eso. Es tan placentero ver el dolor, la humillación de otra persona, inclusive ver el sufrimiento en uno mismo es curioso y posible de analizar. Desde hace unos días tengo una situación rondando en mi cabeza y es la de poner a una persona en su límite. Llevarla a hacer y pensar cosas que jamás se le ocurrieron, verla a los ojos y disfrutar su alma desnuda, pudiendo ver cada vértice, cada lado.

Supongo que a muchos les aterraría estar así, tan vulnerables. A mí me encantaría, que vean, que analicen y me encantaría ver la cara de horror al descubrir cosas en mi que ni yo misma sé.

Sin embargo, teniendo a alguien así, no me horrorizaría. Me sorprendería, me deleitaría con el análisis de todo lo que veo y cada movimiento.  Es realmente llamativo, atrayente, podría llegar a decir delicioso.  
Ver a los ojos a una persona es asombroso, son esos detalles de emociones que le dan sentido a la mirada. Esos detalles, que yo sé ver son los que se pierden todos y yo disfruto cuando veo a alguien a los ojos, de frente.  Algunas se ponen nerviosas, otras sumisas y bajan la mirada, adoro ver esas reacciones, reitero, se vuelve al salvajismo, al impulso, son cosas incontrolables.

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