Me inspira, vienen a mi millones de sensasiones. La música, los suspiros, los roces, me inspiran a amar. A sentir y desear. Me inspira su boca, la tentadora afrodita que existe en su cuerpo. Pero más me inspira esa energía, ese anhelo, esas ganas de estar unidos por siempre. Ese deseo, pero no un deseo lujurioso, si no un deseo de ganas, ganas de vivir, de ser y de correr, solo por el simple hecho de ser libres, y liberar a los demás de nosotros. Liberarlos de tener que encerrarnos, aunque esa no sea precisamente la palabra.
Nos elevamos tal como el viento, cuando estamos juntos nadie nos para. Somos nosotros, pensamos en nosotros. Y aunque suene egoísta, la única cosa que hago (y sé que coincido) cuando no estoy con esa persona que me llena, es pensar en él. Es recordar todo lo vivido, recordar el día a día, la plenitud, felicidad, armonía y todo aquello que me hace sentir tan cómodamente feliz, estando en lo más alto junto con él. Sabiendo la realidad, pensando en proyectos, deseando convivir.
Apoyo al amor... Espera, el amor es mi apoyo... No, su amor es mi apoyo. Nosotros somos nuestro apoyo.
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