En una paz total me encontraba, mis párpados se posaban suavemente con los inferiores, mis músculos estaban quietos, relajados, mi respiración era lenta y calmada. Tan único el momento, tan privado, tan personal y eterno... Era extraño, se podía disfrutar porque era cálido y armonioso. Pero sin embargo me faltaba algo... Mejor dicho, alguien.
Yo estaba acostada en mi cama, me había acostado y abrazaba a mi peluche tratando de imaginar que lo tenía a mi lado, y digo tratando porque no se compraba en nada la sensación de abrazar al peluche y abrazarlo a el.
Lo extrañaba,lo anhelaba, lo quería abrazándome, respirando los dos a la par en la misma cama, acostados y envueltos en una brisa de plenitud total.
Lo necesitaba, lo necesitaba y lagrimeaba... Lo quería, quería que su mano esté en mi pancita, como hacía siempre, quería escucharlo respirar en mi oído. Quería sentirlo, sentir que estaba ahí.
Sabiendo que estaba conmigo, pero no físicamente undí mi cabeza en la almohada y me deje llevar por el cansancio. Esa noche, soñé que nos íbamos, nos íbamos lejos, con la compañía de una mochila. Caminabamos y caminabamos, subíamos una montaña apedrada, nuestro objetivo era irnos pero... no sé a donde era, no me acuerdo. Me acuerdo que el iba adelante mio para ayudarme a subir, mi mochila pesaba y la de él,a pesar de que se veía enorme, la llevaba como si fuese una bolsa vacía.
Lo veía y disfrutaba mirarlo, los ojos que tenía,las expresiones, la cara, la mirada y lo energía que emitía eran únicas. Estaba todo taaaaaaaaaan en paz que era increíble.
Esa mañana desperté con una felicidad increíble, desperté con su llamado.
Desperté para poder realizar el sueño, desperté hacia él.
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